A veces siento que vuelo.

Adoro la sensación del despegue, cuando los motores rugen con toda su fuerza y sé que su impulso me llevará a lo más alto.

Una energía arrebatadora fluye dentro de mi y recorre mi cuerpo y mi alma. Y entonces SÉ que estoy lista.

Me elevo y tengo otra perspectiva de las cosas.

Puedo apreciar el aire en mi cara, mientras mi cabello revolotea libre y sin ataduras.

Tengo una visión completa y serena. Y siento mucha paz.

Soy yo la que lleva los mandos.

Me dirijo hacia donde deseo, al ritmo que elijo, y disfruto de las vistas panorámicas desde el aire.

Soy LIBRE.

De repente “despierto” y respiro profundamente. Me siento feliz. Y tremendamente afortunada por la vida que tengo.

Pero no siempre fue así. En el año 2007 lo perdí todo. Literalmente.

Mi matrimonio fracasó estrepitosamente, no tenía trabajo, ni una dirección que poner en mi formulario de inmigración, y tuve que volver desde los EEUU a mi país, Perú, con mis dos hijos y apenas $2000 en efectivo.

Cuando parecía que nada peor podía suceder, me robaron el bolso con el poco dinero que tenía.

Así comenzó mi nueva vida.

Con el corazón roto, los bolsillos vacíos y dos hijos a los que sacar adelante.

Aunque te cueste creer, me sentí extrañamente liberada. No tenía nada. Y al mismo tiempo, sentí que lo tenía todo.

Lo esencial. Lo que verdaderamente importa: el amor de mis hijos y a mí misma.

Ahora más que nunca tenía que sacar a relucir toda mi experiencia, la creatividad y la fuerza para salir adelante.

No podía fallar.

Y no lo hice.

Y lo había conseguido POR MÍ MISMA.

Pero más allá del aspecto económico, lo que fue más revelador y poderoso para mí, fue poder mostrar a mis hijos la importancia de confiar en uno mismo. Y poder compartir mi historia de superación personal con otras mujeres que se encontraran en una situación similar.

Descubrí que esa era mi misión. La manera en la que quería trascender y dejar huella en este mundo.

Mi misión es enseñar a sanar la vida de las mujeres que están decididas a ser felices.

Lograr la confianza plena en mis habilidades marcó un antes y un después. Y me convirtió en una mujer imparable.

Me sentía poderosa y aniquilé mis miedos y temores. Aprendí a no tener vergüenza de mi situación y a valorarme como merecía.

Tenía la fuerza para crear mi nueva vida, y quería que estuviera a la altura de mis propios estándares. Escuchándome a mi misma en todo momento.

Pero aún me quedaba dar un paso más. Necesitaba comprender profundamente cómo lo había conseguido. Quería entenderlo para poder explicarlo y ayudar a los demás.

Por eso dediqué cinco años a estudiar diferentes disciplinas y me convertí en Maestra Espiritual y Emocional, y Mentora de Vida.

Mis estudios incluyeron: principios espirituales, la ley universal, el proceso creativo, el perdón, la ciencia de la mente, la filosofía, la psicología, la ciencia de la religión, la energía, la metafísica y la física cuántica.